La Plaza de Maíz constituye para Cochabamba la característica esencial del teatro costumbrista del Valle Alto. Don Renato Crespo, su autor, nos muestra en forma sencilla el drama de la vida en el campo, en el cual, las familias están sometidas a las inclemencias de algunas sequías que se dan en el tiempo. Se puede también, poner en relieve la delicada traducción del quechua al español demostrando la belleza de nuestra lengua nativa.
El autor ha logrado interpretar de forma natural la vida trágica y alegre de los habitantes del Valle Alto de Cochabamba, reflejado en el temperamento de la mujer valluna, La Madre. A través de la misma, resalta el amor a la tierra, la fortaleza y el valor que tiene la mujer como matriarca de una familia. A pesar de sus tristezas, busca seguir adelante junto a su esposo, Cantalicio, quien por la “necesidad” económica migra hacia el “viejo mundo” para conseguir un futuro mejor. La florita, al igual que Cantalicio, su padre, viaja a la ciudad para aprender “cosas mejores”. La Joverita y el Lloré, representantes de la juventud valluna, enamorados e inocentes dentro su costumbre ayudan en los quehaceres cotidianos a La Madre en ausencia de Cantalicio, jefe de familia.
Paola Antezana es la revelación de una actriz que supo someterse al largo entrenamiento de lo que son las técnicas del arte escénico, para lo cual se necesita mucha constancia y talento. Ella, encarna a “La Madre” boliviana cuya característica es el trabajo y la entereza en el quehacer familiar. La madre está a cargo de soportar todas las adversidades de la vida, que además reconociendo el rol del esposo se encarga de toda la infraestructura familiar.
El Lloré es la representación genuina de la juventud en una determinada región, por lo que pasa a llamarse “costumbre”. Está representado por el actor Juan José Obando, quien es una promesa actoral, no sólo para Cochabamba sino para toda Bolivia.
Roberto Gallardo, Diego Bustamante, Eva Peredo y la inigualable Joverita, cuya encarnación está a cargo de la actriz Yessica Zambrana, son actores que ya son considerados como el orgullo del Taller Municipal de Teatro.
El autor ha logrado interpretar de forma natural la vida trágica y alegre de los habitantes del Valle Alto de Cochabamba, reflejado en el temperamento de la mujer valluna, La Madre. A través de la misma, resalta el amor a la tierra, la fortaleza y el valor que tiene la mujer como matriarca de una familia. A pesar de sus tristezas, busca seguir adelante junto a su esposo, Cantalicio, quien por la “necesidad” económica migra hacia el “viejo mundo” para conseguir un futuro mejor. La florita, al igual que Cantalicio, su padre, viaja a la ciudad para aprender “cosas mejores”. La Joverita y el Lloré, representantes de la juventud valluna, enamorados e inocentes dentro su costumbre ayudan en los quehaceres cotidianos a La Madre en ausencia de Cantalicio, jefe de familia.
Paola Antezana es la revelación de una actriz que supo someterse al largo entrenamiento de lo que son las técnicas del arte escénico, para lo cual se necesita mucha constancia y talento. Ella, encarna a “La Madre” boliviana cuya característica es el trabajo y la entereza en el quehacer familiar. La madre está a cargo de soportar todas las adversidades de la vida, que además reconociendo el rol del esposo se encarga de toda la infraestructura familiar.
El Lloré es la representación genuina de la juventud en una determinada región, por lo que pasa a llamarse “costumbre”. Está representado por el actor Juan José Obando, quien es una promesa actoral, no sólo para Cochabamba sino para toda Bolivia.
Roberto Gallardo, Diego Bustamante, Eva Peredo y la inigualable Joverita, cuya encarnación está a cargo de la actriz Yessica Zambrana, son actores que ya son considerados como el orgullo del Taller Municipal de Teatro.
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